Se utilizaba una nueva técnica
pedagógica por la cual los alumnos más avanzados enseñaban a sus compañeros.
Los alumnos eran divididos en
pequeños grupos de 10; cada grupo recibía la
instrucción de un monitor o
instructor, que era un niño de más edad, y más capacidad, previamente preparado
por el director de la escuela.
Las asignaturas que se impartían
eran: escritura, lectura, aritmética y ad
emás se les enseñaba doctrina Cristiana.
Desde la entrada del niño a la
escuela hasta su salida por la tarde, sus actividades estaban controladas por
una serie de requisitos, ordenes, premios y castigos.
En las escuelas era común que las
ventanas estuvieran rotas y tapadas con bastidores de madera.
Algunas escuelas tenían baño, que
consistía de un cajón, pero la mayor parte optaba por dejar a los niños salir a
la calle provocando quejas de las autoridades municipales.
En las paredes había un Santo
Cristo de madera y alrededor del cuarto se suspendían grandes carteles para la
enseñanza de la lectura y la aritmética.
Un día común en una escuela
Lancasteriana era de 6 o 7 horas de clase, con un descanso de dos horas al
medio día para comer en casa.
Al entrar a la escuela en la
mañana, el niño se formaba en línea con sus compañeros de clase para la
inspección de: cara, manos y uñas, su ropa debía estar limpia, sus zapatos o
pies sin lodo.
Para escribir se usaban pluma de
ave que habían sido cortadas y preparadas por el director de la escuela. La
tinta se hacía de huizache y caparrosa y costaban un real cada cuartilla
(equivalente a 4.033 Litros). El papel generalmente era de un tipo llamado de
Holanda o a veces era de maguey.
Los utensilios de enseñanza
presentaban un gasto fuerte, ya que equivalían a una tercera parte del presupuesto
mensual de 8 pesos destinados a los utensilios (arena, pizarrines y plumas).
Divisas de mérito y castigo, unas
tarjetas o planchuelas de madera que el director colgaba con una cuerda al
cuello del niño.
Horario de la mayor parte de las
escuelas era de 8:00 a 12:00 y de 2:00 a 5:00 o sea 7 horas de clases.
Generalmente el mayor número de
niños asistía en las mañanas no en las tardes, el 80% de los alumnos tenían
entre 6 y 10 años, aunque algunos solo tenían 4 años y otros 14 años.
MÉTODO MUTUO.
La enseñanza mutua fue practicada
por algunos maestros particulares y en las escuelas gratuitas de algunos
conventos. Pero la compañía lancasteriana fue la que ganó para el método de
atención y el apoyo de gobierno el público, e impulsó el establecimiento de
escuelas de enseñanza mutua en toda la nación.
El telégrafo era uno de los
aparatos distintivos de la técnica lancasteriana, que era un palo de madera que
sostenía en su extremidad superior una aspa de hojalata que en un lado decía el
número de la clase y en el otro EX que quería decir examen.
Cada grupo de 10 niños tenía su
monitor que, de acuerdo con un horario, enseñaban las lecciones de escrituras,
lectura aritmética y doctrina cristiana.
Además de un monitor particular
había monitores generales y de orden.
§
Monitor
general: tomaban la asistencia, averiguaba la razón de la ausencia de un
alumno, cuidaban los útiles de la enseñanza.
§
Monitor
de orden: administraban la disciplina.
Todos los monitores eran
supervisados por el director de la escuela. El “mecanismo” del sistema de
monitores debía funcionar casi por sí solo.
Al toque de una campanita de
bronce, los niños marchaban al aula y se distribuían en las mesas por clases.
Con una precisión militar y
siguiendo la señal del monitor de orden “los alumnos daban su frente a las
mesas, quitándose los sombreros por medio de un cordón y se arrodillaban para
elevar sus preces al Ser Supremo”.
Se enseñaba primero las letras
que consideraban mas fáciles como I, H, T, L, E, F, después las que tenían
ángulos (A, U, W, M, N) y curvas (O, U, J).
La doctrina cristiana se enseñaba
de igual forma que la lectura, o sea, los niños en semicírculos memorizaban primero
el catecismo de Ripalda y el catecismo del abate Fleuri, para ahondar en la
explicación.
La instrucción recibida por el
monitor, era que debían leer.
Para asegurar el orden y promover
el estudio era el sistema de premios y castigos.
Un niño desaplicado y
desobediente era reportado por su monitor de grupo, al monitor de orden, quien
administraba la pena.
Los castigos ordinarios
consistían en que se colgaba una tarjeta de castigo del cuello del muchacho o
se le hacía arrodillarse, poner los brazos en cruz, a veces sosteniendo piedras
pesadas en las manos.
Por faltas mas serias, el
estudiante era llevado al director para
recibir golpes con la palmeta.
El origen social de
los alumnos
El fin de esta era de promover la educación
primaria entre las clases pobres. Ya que la mayor parte de los
alumnos inscritos en estas escuelas gratuitas de la compañía lancasteriana y
del municipio eran pobres.
En una encuesta el 24% de los niños puso como
ocupación de sus madres, indicando
con ello que su padre estaba muerto, ausente o era
desconocido.
Las mujeres sostenían a sus familias principalmente
como costureras, lavanderas y sirvientas.
No había ningún medico y abogado
La mayoría de los niños era evidentemente de clase
popular.
Su importancia en
la difusión de la enseñanza elemental
La idea clave del sistema lancasteriano fue que el
niño debía ser constantemente activo. No se aburriría, porque siempre estaba
aprendiendo algo del monitor en su pequeño grupo. Lancaster insistía en
que cada niño debe tener algo que hacer a cada momento y una razón para hacer.
El sistema lancasteriano fue de suma relevancia por
sus características método de enseñanza, ya que como no existían gran numero de
maestros, se capacitaba y orientaba a niños con capacidades sobresalientes,
para enseñar al resto del grupo ya que era de gran cantidad de alumnos y estos
reducía costos y podías dar educación a todos.
Bibliografía:
Tranck
de Estrada, Dorothy (1992), "Las escuelas Lancasterianas en la ciudad de
México: 1822-1842", en La educación en la historia de México, México, El
Colegio de México (Lecturas de historia mexicana,7), pp.49-68.
No hay comentarios:
Publicar un comentario